Columna de opinión de la Directora de En Modo Emprendedor, María José Bon
Hace unos días escuché en radio “La Clave” una entrevista de un emprendedor reconocido de la región, donde se planteó una reflexión trascendental: los tiempos de los emprendedores no coinciden con los tiempos de la administración pública. Esa observación aunque conocide desde hace mucho tiempo, por quienes vivimos dentro del ecosistema, me hizo detenerme. Porque más allá del diagnóstico repetido, lo que urge es preguntarse ¿Por qué seguimos en lo mismo?
Y ahí es donde el relato cambia. Porque no es solo falta de presupuesto lo que frena al ecosistema regional, es falta de visión, de articulación, de decisión. Esa reflexión fue mi punto de inflexión para escribir esta columna. No para criticar desde el vacío, sino para mostrar con ejemplos, datos y trabajo real, que sí se puede hacer. Y que algunos lo estamos haciendo hace rato, sin recursos, pero con propósito.
En 2024, la Región de O’Higgins creció un 5,8 % en su PIB, superando ampliamente el promedio nacional de 2,6 %. En el primer trimestre de 2025, el crecimiento regional alcanzó un 4,2 %. Es decir, dinamismo económico hay. ¿Por qué, entonces, no se ha consolidado un ecosistema de innovación, tecnología y emprendimiento que esté a la altura de ese impulso?
Haciendo memoria, en el segundo mandato del expresidente Piñera se reactivaron varios sectores productivos, pero se careció de una estrategia regional concreta que apostara por la innovación o la sustentabilidad como pilares del desarrollo. Con el actual gobierno, se han promovido instancias como “Impulsa O’Higgins Sostenible”, con más de 1.100 participantes, y FOSIS ha apoyado a más de 120 emprendedores en la región. Pero el avance sigue siendo desigual. El ecosistema sigue desarticulado, con esfuerzos sueltos, mal comunicados y con baja proyección.
Desde En Modo Emprendedor, el único medio digital especializado en emprendimiento, innovación, tecnología y sustentabilidad en la región, he sido testigo y parte activa, de muchas iniciativas que surgen desde abajo. Asociaciones gremiales que gestionan reuniones, eventos, presentan propuestas, levantan actividades… sin presupuesto, sin respuesta o entusiasmo de las autoridades. Solo con voluntad. Solo con convicción.
En los últimos años, se han ejecutado iniciativas importantes gracias a los instrumentos Viraliza de CORFO, como O’Higgins Sostenible, O’Higgins Turistiko o el más reciente programa, O’Higgins sin Fronteras sobre el turismo Naranja, realizado por Pro O’Higgins en la comuna de Pichilemu. Son programas valiosos que han activado redes, visibilizado proyectos y demostrado el potencial de la región.
Pero no podemos seguir creyendo que todo el ecosistema puede sostenerse únicamente gracias a un fondo concursable. La innovación requiere continuidad, visión compartida y articulación real. Si todo se desarma una vez que termina un proyecto Viraliza, lo que estamos construyendo no es un ecosistema: es una sumatoria de actividades sin raíz ni proyección.
Entonces no, no es un problema, solo de dinero. Es un problema de prioridades. De agendas mal enfocadas. De autoridades que hablan de innovación, pero no se sientan a co-crear. De decisiones que se dilatan mientras el talento se estanca.
En otras regiones, con menos presupuesto incluso, se están desarrollando modelos colaborativos que sí funcionan: redes de incubación universitaria, programas de mentorías liderados por alianzas público-privadas, hubs territoriales con foco en economía circular. Porque cuando hay visión, los recursos no lo son todo. La voluntad política, el trabajo articulado y la humildad institucional valen más que cualquier fondo concursable.
No escribo esto desde la rabia. Lo escribo desde la experiencia. Desde una convicción profunda de que el ecosistema se mueve si hay quienes lo muevan. Y eso no depende, solo del Estado. Depende de todos nosotros: medios, gremios, emprendedores, universidades, municipios, empresas. Pero, sobre todo, depende de que el relato deje de ser solo diagnóstico y pase a ser una hoja de ruta real.
Que dejemos de preguntarnos si hay plata, y empecemos a preguntarnos cómo lo hacemos igual.
Porque sí: se puede emprender sin millones.
Pero no se puede construir un ecosistema sin visión ni coraje.
