Columna de Opinión: María José Bon, emprendedora de las Comunicaciones
Emprender en el mundo de las comunicaciones no es solo un desafío profesional: es un acto de resistencia, especialmente para quienes no nacimos con un micrófono en la mano ni heredamos un medio. En mi caso, decidí apostar por construir un medio independiente desde regiones, con enfoque en el emprendimiento, la innovación y las voces que no siempre tienen cabida en los grandes medios. No ha sido fácil, pero ha sido profundamente necesario. Una de las luchas más grandes para mi es que cuando comencé a cubrir emprendimiento llegaba sola. Los demás medios no llegaban si no era mediante un pago de por medio. Y para que decir las autoridades, sí en el día de la prensa por segundo año consecutivo no se me invitó como a los demás medios, ya que para algunos el emprendimiento y la innovación no son noticia, como si la economía no fuese lo que mueve a nuestro país…
Según el último Estudio Nacional de Emprendimiento Femenino en Chile (2023), solo el 38% de los emprendimientos formales son liderados por mujeres, y menos del 10% corresponde al rubro de medios y comunicaciones. En regiones, esa cifra cae aún más. Esto refleja no solo la desigualdad en el acceso a financiamiento y redes, sino también el peso de los prejuicios: como que las mujeres no sabemos liderar, que no entendemos de negocios, que solo servimos como rostros y no como gestoras de contenido. A eso se le debe sumar nuestros mil roles y lo mal miradas que somos cuando triunfamos en un mundo liderado por ellos.
El ecosistema de innovación en Chile ha avanzado, pero aún invisibiliza a muchas mujeres que trabajan con un computador prestado o que levantan contenidos con creatividad, pero sin presupuesto. Muchas veces, las mismas instituciones que promueven el emprendimiento no excluyen en los presupuestos a medios independientes en sus planes de difusión, privilegiando relaciones personales por sobre la calidad editorial. Y eso es grave, porque la democracia se sostiene también en medios diversos y libres. Sin ir más lejos yo estoy escribiendo desde un computador de una adjudicación en un capital abeja, pero al principio se me cuestionó esta compra y la de un iPhone que ocupo para grabaciones, herramienta que por lo demás ocupan todos mis colegas, ya que esta clase de emprendimientos al parecer no son tomados en cuenta, o no se entiende como funcionan.
A pesar de todo eso, seguimos. Porque sabemos que comunicar desde lo local es una herramienta de transformación. Porque sabemos que no basta con publicar noticias: hay que contar historias con propósito, amplificar causas y ponerle rostro humano a la innovación y mostrar que el ecosistema regional que aunque algo dormido aun tiene potencial, gracias al trabajo de algunas nuevas organizaciones y liderazgos más disruptivos.
Hoy, más que nunca, necesitamos apoyar a las mujeres que están haciendo periodismo y comunicación desde la vereda del emprendimiento. No por una cuota, sino porque sus voces enriquecen el debate público, ya que los medios de comunicación sí son un emprendimiento y al ser un servicio nos cuesta más que entiendan que no solo entregamos información, sino que también debemos cobrar por nuestro trabajo. Porque cuando una mujer levanta su propio medio, también está diciendo: “No necesito que me den espacio. Lo voy a crear yo”. Y como decía McLuhan “Lo que no se comunica no existe”.