Columna de Opinión de María José Bon, Directora En Modo Emprendedor.
El ecosistema emprendedor se ha transformado en los últimos años, con más mujeres lanzando sus propios negocios y ocupando espacios de liderazgo. Sin embargo, las barreras siguen ahí, sutiles pero persistentes. A pesar de los avances, muchas mujeres emprendedoras sienten que aún deben demostrar el doble para ser tomadas en cuenta en un mundo que sigue funcionando bajo reglas tradicionales, dominadas en su mayoría por hombres.
Las cifras hablan: el techo de cristal en el emprendimiento
La Brecha de financiamiento a nivel global, en los startups liderados por mujeres ellas reciben solo entre el 2% y 3% del capital de riesgo, mientras que los hombres concentran el resto. Incluso cuando las mujeres emprendedoras tienen modelos de negocio sólidos, enfrentan más desafíos para acceder a financiamiento.
Menos visibilidad solo el 20% de las empresas que logran escalar son dirigidas por mujeres. Muchas veces, los medios, inversionistas y redes de contacto priorizan proyectos masculinos.
El doble estándar, un estudio de la Universidad de Harvard encontró que, cuando inversionistas escuchan un pitch, están más inclinados a financiar a un hombre que a una mujer, incluso si presentan la misma idea.
El problema no es solo la falta de oportunidades, sino la forma en que el sistema funciona. Desde la cultura de negocios basada en el networking informal, donde los hombres se benefician de conexiones establecidas en círculos cerrados, hasta la percepción de que las mujeres deben probar constantemente su capacidad de liderazgo.
Las mujeres emprendedoras no solo crean empresas, sino que impactan en sus comunidades, generan empleo, construyen modelos de negocio más inclusivos y sostenibles. A eso se le debe sumar el trabajo no remunerado del cuidado de los hijos, el hogar, o incluso mujeres cuidadoras de enfermos. Que lógicamente las coloca en una brecha abismante. Para muchas, el acceso a capital, redes de contacto y espacios de toma de decisiones sigue siendo limitado.
Muchas de ellas sufren, ya que deben escoger entre el éxito o sus familias, lo que jamás se les plantea a los hombres si son exitosos. Acusadas del abandono de sus hijos, o del hogar, muchas deben dejar sus sueños, perdiendo la posibilidad real de triunfar en el mercado.
¿Cómo cambiamos el juego?
Más inversión en emprendimientos liderados por mujeres. Se ha demostrado que los negocios con liderazgo femenino tienen mejor retorno de inversión y mayor estabilidad financiera.
Mayor representación en medios y eventos de emprendimiento. Necesitamos más mujeres en conferencias, paneles y como referentes en la industria.
Mentoría y redes de apoyo. La colaboración entre mujeres y el acceso a programas de mentoría ayudan a derribar barreras.
El cambio no llegará solo con más mujeres emprendiendo, sino con un sistema que las escuche, valore y apoye. Mientras el “Club de Toby” siga dominando el juego, muchas ideas innovadoras quedarán en el camino. Y no podemos permitirnos ese lujo.