Columna de Opinión de María José Bon, directora En Modo Emprendedor
“El emprendimiento femenino es un fenómeno en crecimiento, pero detrás de cada historia de éxito hay una serie de dificultades personales que muchas mujeres enfrentan en su camino. Estas dificultades no solo afectan su capacidad para emprender, sino que también impactan en su, entorno, familia, bienestar emocional y físico.
Una de las principales barreras es la falta de confianza. Según un estudio de Global Entrepreneurship Monitor (GEM), el 45% de las mujeres emprendedoras se sienten inseguras sobre sus habilidades, profesionales y empresariales. Esta falta de autoconfianza puede ser paralizante y limita su disposición para asumir riesgos necesarios en su emprendimiento.
Además, la presión social y familiar juega un papel crucial. Un informe de OECD resalta que el 70% de las mujeres emprendedoras menciona que la expectativa de cumplir con roles tradicionales, como el cuidado del hogar y la crianza de los hijos, es una carga significativa. Esta doble jornada no solo genera estrés, sino que también puede llevar a niveles elevados de agotamiento emocional.
El miedo al fracaso es otro obstáculo importante. Un estudio realizado por Kauffman Foundation indica que el 60% de las mujeres emprendedoras teme que su negocio no tenga éxito, lo que puede llevar a la parálisis en la toma de decisiones. Este miedo se ve amplificado por la percepción de que el fracaso podría tener en ellas un impacto más negativo en su vida personal que lo que sería para los hombres.
La soledad es otro desafío personal común. Según una encuesta de American Express, el 78% de las mujeres emprendedoras siente que carecen de apoyo emocional y profesional. Este aislamiento puede afectar no solo su motivación, sino también su salud mental, llevándolas a experimentar ansiedad y depresión.
Finalmente, el equilibrio entre la vida personal y profesional es un tema recurrente. Un estudio del Banco Mundial revela que las mujeres dedicadas al emprendimiento pasan un promedio de 3.5 horas diarias más en tareas domésticas y cuidado familiar en comparación a los hombres. Esta desigualdad en la carga del trabajo no remunerado limita significativamente su tiempo y energía para dedicar a sus negocios.
Es fundamental reconocer estas dificultades personales y trabajar hacia soluciones efectivas. Necesitamos crear espacios donde las mujeres puedan compartir sus experiencias y recibir apoyo emocional y profesional. Programas de mentoría, redes de apoyo entre emprendedoras y políticas públicas que reconozcan el trabajo no remunerado, son pasos necesarios para mejorar esta situación.
El emprendimiento femenino ha ganado terreno en los últimos años, y muchas mujeres han decidido dar este paso como una forma de empoderamiento personal y profesional. Sin embargo, es interesante observar que algunas de estas dificultades al emprender están relacionadas con situaciones personales, como la separación.
Las cifras muestran que, aunque el camino del emprendimiento puede ser desafiante, también ofrece a las mujeres la oportunidad de reinventarse y crear un futuro más autónomo.
En conclusión, aunque muchas mujeres están rompiendo barreras en el emprendimiento, las cifras revelan una realidad dolorosa que necesita atención. Abordar estas dificultades personales es esencial para empoderar a las emprendedoras y fomentar un ecosistema donde todas tengan la oportunidad de prosperar.”